Poca cosa es un céntimo de euro, casi ni calderilla. Tan insignificante que podría pasar una vida entera desatendido entre los hilvanes de un monedero sin que nadie cayese en la cuenta de que, tal vez,
tenga en sus manos un auténtico tesoro. La historia que viene a continuación arrancará tantos "¡Madre mía!" como veces hemos dejado de agacharnos a recoger un triste céntimo.
Sigue leyendo
No hay comentarios:
Publicar un comentario